sábado, 31 de octubre de 2009

Pepe Carvalho

Cuando yo era niño Barcelona era uno de los enigmas más misteriosos y turbadores para mi imaginación febril pues cualquier palabra o cualquier objeto podíanser elixires en una tarde aburrida. Había nombres que me transportaban tan lejos y que más tarde se han convertido en cámaras de laberinto. Cuando mi madre y mi abuela me hablaban de Barcelona se me iluminaban los ojos y me acurrucaba silencioso escuchando algunas de las palabras que luego en mi vida adulta me han marcado profundamente. Nunca pensé que esta ciudad iba a determinar mi destino, nunca pensé que sería el detective de mi propio ser perdido en sus calles. Pero hay un nombre que cuando lo pronuncio en mis labios es como si retrocediése en el tiempo oculto de la memoria. Este nombre es Pepe Carvalho. Siendo muy niño yo me escondía detrás de la puerta renqueante del pequeño salón inclinado para poder ver una serie de televisión que emitían en los años ochenta en TVE. Mi madre me tenía prohibido verla por sus contenidos poco recomendables para un niño, pero yo me levantaba de puntillas de mi cama y lentamente me dirigía hacía la puerta del pequeño salón para oír y ver las sombras que se dibujaban en un ángulo de la pared. Estos años he recogido objetos y cosas que sin saberlo tenían una relación muy estrecha con este personaje de ficción. Incluso cuando imagino mi oficina en la herrería, oficina que poseo en una calle paralela a Riera Alta, muy cerquita de Sant Antoni y dentro del Barrio del Raval, es una oficina detectivesca, como aquellas que poseen los gangsteres del cine negro. Mis amigos se ríen cuando les digo que me ilusionaría tener una oficina en la herrería con una puerta de cristal esmerilado donde hubiese un rótulo en el que estuviese grabado mi nombre, hierros & sedas y una cortina metálica. La oficina estaría en penumbra y una vieja lámpara de latón dorado iluminaría un montón de papeles desordenados. Sobre la estantería de caoba un hermoso lince disecado en posición de ataque, antes de cazar a su presa. Es mi mitología personal y tengo derecho a vivir mi mitología. En mi espacio habrá muchas más cosas que pertenecen a esta mitología pues no me conformo sólo con nombrarlas, estoy obstinado en poseerlas. Así que un día conversando con Marc LLaó mientras comíamos surgió y no sé el por qué la palabra Pepe Carvalho. Como Marc es un fanático de la novela policíaca ambientada en la Barcelona del Barrio Chino, sobre todo de un escritor llamado Ledesma, le pregunté si había leído la serie novelesca de Vázquez Montalbán, y le hice muchas preguntas. Algunas de mis actitudes y gestos, y de verdad no lo he sabido hasta hace poco tiempo, corresponden a este personajey a este nombre mágico Pepe Carvalho. Pose un sombrero que compré en los encantes que suelo coger en mis manos y bambolear en mi sien haciendo prácticas de lo que llamo mirada afilada. Me encanta mi sombrero. Tengo que leer las novelas de Vázquez Montalbán, allí hay respuestas a muchas de mis preguntas...ah...también me intriga el título de un libro -Los detectives salvajes- de Roberto Bolaño....vamos a ver

http://www.youtube.com/watch?v=JwHoldJVcss

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