martes, 21 de julio de 2009
Proyectos tentativas sobre el teatro
Mi trabajo estos años trata de estudiar en profundidad un corolario de obras dramáticas, con el fin de crear un teatro de repertorio, pero no como es habitualmente entendido en la denominación de un teatro clásico. La obra dramática, herencia de una época genuinamente teatral, debe ser considerada como un material de primer orden en la aventura artística. No buscamos en ella un prestigio por el solo hecho de estudiarla y representarla en escena, el reto es comprender más si cabe, la antigüedad de la imaginación.
Con repertorio me refiero a la forma en como somos capaces de ensanchar nuestro imaginario teniendo muy cerca esos testigos mudos que son las grandes obras dramáticas, como habitamos dentro de ellas y llegamos a interiorizarlas, entonces son como una linterna con la cual enfocamos las zonas oscuras de la realidad demasiado rápida y confusa. Son cartografías de nuestra vida plena e imaginaria.
Con esta finalidad y esta fidelidad intento servirme de todas las herramientas de interpretación del texto que están a mi alcance. En la escuela del drama me han enseñado a analizar el texto tal como lo hace un actor, he observado como estudia un texto dramático un director de escena, en la universidad me han enseñado otras herramientas de lectura más ásperas y arduas pero necesarias. Leer es hacer Hermenéutica. Cada forma de leer nos proporciona un tipo de resultados, una manera de interpretar.
Para mí, la más gratificante de todas, sin duda, es tomar la obra dramática como un juguete de la intuición creadora. Me divierte jugar con el texto de mil formas diferentes: escribiendo y recogiendo citas de libros, pintando láminas de luces, componiendo espacios insospechados en mi pequeño cuarto, coleccionando recortes de periódico donde encuentro paralelismos entre personajes dramáticos y las historias de la vida real, guardando viejos objetos que encuentro en mi paso . La expresión es una sinergia entre lo pensado y la gracia de lo trouvé y lo azaroso.
Yo llamé en un comienzo tentativas -algo que puede llegar a ser- a ese laboratorio de sencillos juegos que se pueden probar en una sencilla mesa, en un rincón de casa, teniendo una simple hoja de papel. No teniendo los llamados instrumentos teatrales, ni teatro, ni actores, ni escenografía, me afirmé en una soledad donde es posible también imaginar, plasmar y descubrir. El teatro que veía en los escenarios, mi propio teatro, lo que me enseñaron que era el teatro, me pareció a todas luces defraudante. Una experiencia anquilosada y superflua. Nos es necesario en nuestra época de aburrimiento teatral sostenido volver a las catacumbas de Tadeusz Kantor y recuperar el brillo de las pupilas.
Actualmente estoy estudiando el corpus de obras de Shakespeare, con instrumentos hasta ahora novedosos que provienen de una filosofía de la imaginación. Esta filosofía rescatada procede de los libros tan sugerentes de Gaston Bachelard, obra de la que soy un profundo conocedor. No se ha incidido mucho en los estudios teatrales el gran valor que nos puede aportar una ciencia del imaginario. En un sucinto trazo esta filososfía nos demuestra que no se trata de construir imágenes sino crear y creer en los movimientos de la imaginación. Imaginación no será entonces imagen más que movimiento de la imagen, evasión de las imágenes, ausencia de las imágenes.
La obra de Shakespeare, como enclave central de todo buen repertorio teatral, he descubierto que podemos interpretarla como una gran constelación sensorial: De esta manera intentamos albergar los diferentes regímenes del imaginario como si fuera un collage de piezas que encajan en una cartografía formada por con diferentes territorios, cada uno extendiéndose como un campo de valores.
Es así que la obra de Shakespeare nos muestra desiertos de tinieblas, islas donde flotan sonidos extraños al sensorium, países en los que la música suena como un fondo melancólico, territorios de sangre y lágrimas, bosques cromáticos, parajes de silencio, palacios de oro y barro.
Es así como me imagino un teatro de repertorio, como un collage de diferentes entornos de los sentidos donde podemos experimentar y jugar con nuestra contemplación. Se podría barajar un día un proyecto que fuese un enjambre de espacios conformado por las tinieblas de la noche fría de Elsinor a los días tenebrosos de los páramos de Inverness, los territorios cromáticos del bosque de Atenas hasta la isla bienaventurada y dorada de Belmont, quizá le sorprenda un día con mapas de ciudades más imaginadas que reales, Mantua, Venecia, Chipre, Verona…Pero diremos que esa cartografía está lejos de ser una mitografía, para rescatarla hace falta inscribir en ella la novedad y singularidad de nuestro actos.
Sin tomar las clásicas ordenaciones cronológicas o de género creo que podemos ordenar este corpus de manera bien diferente como una rosa de cinco pétalos, una rosa de los cinco sentidos. La obra de Shakespeare es una cosmología antroposimbólica con la que acercarse posiblemente a las fuentes de la literatura occidental, y por tanto, nos permitirá acercarnos al imaginario de sin número de obras dramáticas en el futuro.
Así que explicado el marco general de mi investigación que se desenvuelve en el ámbito de los estudios universitarios como en el ámbito artístico pasemos ahora a explicar el proyecto concreto para el que se pide esta subvención. Primero explicando la fase o la realización material para la que solicitamos esta subvención. Segundo donde se enmarca esta realización en un conjunto de iniciativas para las cuales, como veremos más adelante, necesitan el apoyo de más instituciones. Finalmente una exposición temática como anexo al proyecto de la poética que deseamos inicialmente desarrollar.
Con repertorio me refiero a la forma en como somos capaces de ensanchar nuestro imaginario teniendo muy cerca esos testigos mudos que son las grandes obras dramáticas, como habitamos dentro de ellas y llegamos a interiorizarlas, entonces son como una linterna con la cual enfocamos las zonas oscuras de la realidad demasiado rápida y confusa. Son cartografías de nuestra vida plena e imaginaria.
Con esta finalidad y esta fidelidad intento servirme de todas las herramientas de interpretación del texto que están a mi alcance. En la escuela del drama me han enseñado a analizar el texto tal como lo hace un actor, he observado como estudia un texto dramático un director de escena, en la universidad me han enseñado otras herramientas de lectura más ásperas y arduas pero necesarias. Leer es hacer Hermenéutica. Cada forma de leer nos proporciona un tipo de resultados, una manera de interpretar.
Para mí, la más gratificante de todas, sin duda, es tomar la obra dramática como un juguete de la intuición creadora. Me divierte jugar con el texto de mil formas diferentes: escribiendo y recogiendo citas de libros, pintando láminas de luces, componiendo espacios insospechados en mi pequeño cuarto, coleccionando recortes de periódico donde encuentro paralelismos entre personajes dramáticos y las historias de la vida real, guardando viejos objetos que encuentro en mi paso . La expresión es una sinergia entre lo pensado y la gracia de lo trouvé y lo azaroso.
Yo llamé en un comienzo tentativas -algo que puede llegar a ser- a ese laboratorio de sencillos juegos que se pueden probar en una sencilla mesa, en un rincón de casa, teniendo una simple hoja de papel. No teniendo los llamados instrumentos teatrales, ni teatro, ni actores, ni escenografía, me afirmé en una soledad donde es posible también imaginar, plasmar y descubrir. El teatro que veía en los escenarios, mi propio teatro, lo que me enseñaron que era el teatro, me pareció a todas luces defraudante. Una experiencia anquilosada y superflua. Nos es necesario en nuestra época de aburrimiento teatral sostenido volver a las catacumbas de Tadeusz Kantor y recuperar el brillo de las pupilas.
Actualmente estoy estudiando el corpus de obras de Shakespeare, con instrumentos hasta ahora novedosos que provienen de una filosofía de la imaginación. Esta filosofía rescatada procede de los libros tan sugerentes de Gaston Bachelard, obra de la que soy un profundo conocedor. No se ha incidido mucho en los estudios teatrales el gran valor que nos puede aportar una ciencia del imaginario. En un sucinto trazo esta filososfía nos demuestra que no se trata de construir imágenes sino crear y creer en los movimientos de la imaginación. Imaginación no será entonces imagen más que movimiento de la imagen, evasión de las imágenes, ausencia de las imágenes.
La obra de Shakespeare, como enclave central de todo buen repertorio teatral, he descubierto que podemos interpretarla como una gran constelación sensorial: De esta manera intentamos albergar los diferentes regímenes del imaginario como si fuera un collage de piezas que encajan en una cartografía formada por con diferentes territorios, cada uno extendiéndose como un campo de valores.
Es así que la obra de Shakespeare nos muestra desiertos de tinieblas, islas donde flotan sonidos extraños al sensorium, países en los que la música suena como un fondo melancólico, territorios de sangre y lágrimas, bosques cromáticos, parajes de silencio, palacios de oro y barro.
Es así como me imagino un teatro de repertorio, como un collage de diferentes entornos de los sentidos donde podemos experimentar y jugar con nuestra contemplación. Se podría barajar un día un proyecto que fuese un enjambre de espacios conformado por las tinieblas de la noche fría de Elsinor a los días tenebrosos de los páramos de Inverness, los territorios cromáticos del bosque de Atenas hasta la isla bienaventurada y dorada de Belmont, quizá le sorprenda un día con mapas de ciudades más imaginadas que reales, Mantua, Venecia, Chipre, Verona…Pero diremos que esa cartografía está lejos de ser una mitografía, para rescatarla hace falta inscribir en ella la novedad y singularidad de nuestro actos.
Sin tomar las clásicas ordenaciones cronológicas o de género creo que podemos ordenar este corpus de manera bien diferente como una rosa de cinco pétalos, una rosa de los cinco sentidos. La obra de Shakespeare es una cosmología antroposimbólica con la que acercarse posiblemente a las fuentes de la literatura occidental, y por tanto, nos permitirá acercarnos al imaginario de sin número de obras dramáticas en el futuro.
Así que explicado el marco general de mi investigación que se desenvuelve en el ámbito de los estudios universitarios como en el ámbito artístico pasemos ahora a explicar el proyecto concreto para el que se pide esta subvención. Primero explicando la fase o la realización material para la que solicitamos esta subvención. Segundo donde se enmarca esta realización en un conjunto de iniciativas para las cuales, como veremos más adelante, necesitan el apoyo de más instituciones. Finalmente una exposición temática como anexo al proyecto de la poética que deseamos inicialmente desarrollar.
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